viernes, 14 de mayo de 2010

NOTAS





















¿Pero en qué consiste este juego sexual? Las ataduras tienen un componente estético y ceremonial fuerte, por lo que es una variante erótica y light del sadomasoquismo, aunque solo comparte con este el ritual de dominación. Toma nota de estos consejos para iniciarte sin riesgos en esta práctica.Pautas para principiantes:
-Debes elegir a una persona de absoluta confianza e informarle bien de tus deseos. Su consentimiento es esencial.-
Crea un código de comunicación, con una palabra o gesto que marque el límite en cada momento.-
El bondage no admite daño físico ni psicológico a la otra persona.-
Los nudos deben ser firmes, pero sin presionar demasiado.-
Nunca dejes sola a la persona que está atada.


































Se trata de un estado patológico que provoca numerosos orgasmos sin necesidad de actividad sexual. ¡Hasta 250 en un día! Su descubrimiento es reciente y se desconoce su origen. Sí se sabe que afecta a pocas mujeres, y en ocasiones su irrupción ha coincidido con el cese de un tratamiento antidepresivo. En este estado de clímax continuo, la víctima experimenta orgasmos durante las tareas más cotidianas, como subir o bajar escaleras, conducir, etc. Lo peor es que aún no tiene cura. Así, mientras otras fingen sus orgasmos, ellas tienen que disimularlos.

































Sexo no hay más que uno
Los hombres conducen mejor que las mujeres. Ellas tienen más capacidad para expresarse y ellos para la orientación espacial. El sexo femenino se excita más por las caricias, el varón por contacto visual. Y podríamos seguir y seguir enumerando estereotipos sexuales que cada vez distan más de la realidad.Inmaculada Fernández Agís. Profesora de Neurociencias de la Universidad de Almería
¿Por qué nuestra sociedad se preocupa tanto por marcar estas diferencias? La ciencia ha contribuido a ello. Un ejemplo fue el metanálisis realizado por Paul Irwing y Richard Lynn, publicado en el British Journal of Psychology (2005), en el que situaba en 5 puntos la diferencia de coeficiente intelectual a favor de los hombres. Así justificaba el hecho de que haya mayor número de premios Nobel masculinos que femeninos. ¿Es el hombre más “inteligente” que la mujer? Cualquiera podría pensarlo al leer esto, si no sabe que el estudio contempla solo una faceta de la inteligencia: el razonamiento lógico. Otros autores han ido más allá intentando llevar esas diferencias de género al marco de las relaciones de pareja. Me refiero al famoso libro de Gray Los hombres son de Marte, las mujeres de Venus, en el que se limita a hacer un listado de los comportamientos y las expresiones de ccada sexo. Lo gracioso es que estas obras funcionan como un horóscopo: todos buscan encajar en la etiqueta y cumplir la profecía. “Que un hombre te comprenda es como pedir peras al olmo”. ¿A que lo has oído?
Al principio somos chicasUna de las pocas posibilidades de romper con estos estereotipos es conocer el origen de cómo somos o nos convertimos en eso que llamamos hombre y mujer. Para empezar, el sexo no viene determinado por la carga cromosómica, o al menos no exclusivamente. Si en el proceso de sexuación fetal no ocurriese nada, es decir, no actuasen complejos mecanismos que desencadenan básicamente la exposición a diferentes dosis hormonales, todos los bebés serían niñas, al menos en cuanto a genitales externos se refiere. Sin embargo, factores genéticos, hormonales y, por supuesto, también ambientales, como las circunstancias de crianza de cada uno, nos condicionan a uno u otro género, o a identidades más complicadas. Para empezar, hay bebés que presentan, en cuanto a genitales internos y externos, combinaciones de características de ambos sexos. Se llama “intersexualidad”, y las causas están entre factores genéticos y hormonales; en otras palabras, ausencia de receptores para determinadas hormonas. La transexualidad es otro ejemplo de complejidad de la adquisición de identidad sexual. La mayoría de los científicos coincide en que la causa más probable es la exposición a hormonas en el útero materno. El deseo de etiquetar desde el principio a nuestros hijos como hembras o machos ha llevado durante mucho tiempo a la práctica de operaciones de asignación de sexo en bebés con algún tipo de malformación en sus genitales. En la mayoría de estos casos han generado consecuencias desastrosas en la vida adulta de estos pacientes. Si el recién nacido tenía un clítoris demasiado grande, o un pene demasiado pequeño, lSexo no hay más que uno
Los hombres conducen mejor que las mujeres. Ellas tienen más capacidad para expresarse y ellos para la orientación espacial. El sexo femenino se excita más por las caricias, el varón por contacto visual. Y podríamos seguir y seguir enumerando estereotipos sexuales que cada vez distan más de la realidad.Inmaculada Fernández Agís. Profesora de Neurociencias de la Universidad de Almería

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