martes, 21 de diciembre de 2010

En el contexto de la liberación de Diego Fernández de Cevallos, el grupo que se atribuye su “aprehensión” hizo circular en Internet tres comunicados en los que define al ex candidato presidencial panista como uno de los políticos que “más se ha caracterizado por el abuso del poder, el tráfico de influencias, el enriquecimiento a costa del erario y de los bienes de la nación, legislando en pro de los grandes monopolios, asesorando a las mafias del poder y litigando a favor de los grandes capos del narcotráfico”.


En dichos escritos lo llama también “legislador a sueldo y rentista de la crisis”, y subraya que su captura “fue una actividad pensada y realizada como un acto de desagravio”. Advierte que ahora “conocemos de cierto los modos de los trabajos y oficios con los que se maneja, las personas con las que trata y algunas de las que han sido sus más logradas empresas”.

Enseguida, da cuenta de cartas elaboradas por el propio Fernández de Cevallos “a sus benefactores, reclamándoles apoyo económico en correspondencia a su lealtad y a sus servicios”. El grupo, que al inicio del secuestro se presentó como Los Misteriosos Desaparecedores, y ahora se autodenomina Red por la transformación global contra la injusticia y la impunidad, ni perdón ni olvido, enumera a los personajes que supuestamente fueron destinatarios de la solicitudes de apoyo de Fernández de Cevallos:

“Carlos Salinas de Gortari, Carlos Slim, Roberto Hernández, Alfredo Harp, Alberto Bailleres, Claudio X. González, Lorenzo Servitje, Lorenzo Zambrano, Emilio Azcárraga Jean, Ricardo Salinas Pliego, Bernardo Quintana, Ignacio Loyola, Manlio Fabio Beltrones, Emilio Gamboa Patrón, Juan Sandoval Íñiguez, Onésimo Cepeda, Norberto Rivera Carrera, Roberto Madrazo Pintado, Jorge Hank Rohn, Santiago Creel, Enrique Peña Nieto, Carlos Romero Deschamps, Elba Esther Gordillo, entre otros.”

Bajo el título “Epílogo de una desaparición”, precedido de la firma “ex misteriosos desaparecedores”, el grupo dividió los textos en tres entregas que abarcan 33 cuartillas, una de las cuales inicia con versos de Bertolt Brecht.
Destaca que el “tomar prisionero (a Fernández de Cevallos), exhibirlo y obligarlo a devolver una milésima de lo robado”, constituyó, entre otras cosas, “una demostración de que con unidad de acción se puede doblegar la voluntad del enemigo y combatir la impunidad”.

En el inicio de la segunda entrega, en la que comienzan a delinear sus consideraciones sobre la figura del político, los secuestradores remarcan: “Los poderosos llaman ley a su propia violencia y crimen a la de los oprimidos... por eso, los oprimidos debemos luchar por el establecimiento de una nueva ley frente a los crímenes de los poderosos, por todos los medios, incluida la violencia”.

Describe que el ex candidato presidencial “parecía intocable hasta aquella noche (de su secuestro, el 14 de mayo) en que su pasado oscuro lo alcanzó. Y, muy a su pesar, tuvo que responder por algunos de sus actos y verse en el espejo de nuestra mirada... espejo que al hacerlo prisionero reflejó su hechura de corrupto, prepotente y voraz expropiador, demostrando un hecho fundamental: siempre que como pueblo nos atrevamos a luchar contra la injusticia, no habrá felonía que quede impune”.

Radiografía del país
La Red por la transformación global presentó una radiografía del país. “La sociedad mexicana está dividida en dos (...): ellos ricos y nosotros pobres, cuyos mundos y realidades son totalmente opuestos, pero existen y se desarrollan al mismo tiempo (...) Ellos acumulan riqueza por todos los medios, unos por la vía legal permisible, y otros de forma ilegal criminal; ambos son lo mismo, pues siempre tienen la posibilidad de transformar lo ilegal en ley y viceversa”.
En la tercera entrega, señalan que Fernández de Cevallos es “uno de los políticos que mayor responsabilidad tienen en el sostenido proceso de hecatombe económica, política y social que la elite dominante ha impuesto y desplegado en nuestro país de 1982 a la fecha, por medio de un entramado mafioso que opera dentro y fuera de las instituciones estatales”.
El país “se deshace por causa suya, sin que discursos y fanfarrias mediáticas puedan convencernos de que vamos con rumbo cierto a la solución de los múltiples problemas que históricamente persisten; la nación se desangra a borbotones y no desean admitir que ellos, y sólo ellos, han saciado su hambre de riqueza desmedida y poder político inconmesurable a costa de una patria exangüe y anémica”.

Han dejado “una larga dictadura, seudotransición y complicidades partidistas. Si recortamos nuestra descripción a los últimos 25 años... ¡qué curioso!, encontramos a los mismos delincuentes que habíamos denunciado antes, y entre ellos a Fernández de Cevallos.
“Pocas veces se había percibido el miedo, la confusión y el enojo que una imagen puede generar en la poderosa elite gobernante, como lo hizo la primera foto del Jefe Diego cautivo, que empezó a circular en Internet y que los medios se vieron obligados a difundir.
“En ella se le pudo observar, no con la prepotencia ni el cinismo de los que ha hecho gala el transnochado encomendero a lo largo de su vida personal y política, sino en la total indefensión, casi parecida a la que vivimos y a la que hemos sido sometidos la mayoría de los mexicanos, sólo que con una notable diferencia: a Diego le fue respetada su integridad física sin el desprecio que por la vida humana demuestra el poder con nosotros.
“Cononsideramos necesario compartir que si quienes somos pueblo logramos organizarnos en una sola voluntad política, en una colosal fuerza social organizada, podremos hacer frente común a la injusticia y a la impunidad a fin de derrotar a nuestros opresores y acordar la organización de una sociedad verdaderamente organizada.”

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