martes, 16 de noviembre de 2010








Para más información relacionada con los gitanos, véase Pueblo gitano.
El origen de los gitanos, también conocidos como pueblo rom, roma o romaní, es todavía hoy objeto de controversia. Existen varias razones que explican la oscuridad que envuelve a este asunto. En primer lugar, la cultura gitana es fundamentalmente ágrafa y despreocupada por su historia, de manera que no han conservado por escrito su procedencia. Su historia ha sido estudiada siempre por los no romaníes, con frecuencia a través de un tamiz fuertemente etnocentrista. Los primeros movimientos migratorios datan del siglo X, de manera que mucha información se ha perdido. Es importante señalar también que los primeros grupos de gitanos llegados a la Europa occidental fantaseaban acerca de sus orígenes, atribuyéndose una procedencia misteriosa y legendaria, en parte como estrategia de protección frente a una población ante la que eran minoría, en parte como puesta en escena de sus espectáculos y actividades.


Un campamento gitano cerca de Arlés, visto por el pintor Vincent van Gogh.Otro problema que hay que tener en cuenta es que la pertenencia (o no) a la comunidad gitana es una cuestión disputada. No existe una delimitación clara dentro de la propia comunidad (ni fuera) acerca de quién es gitano y quién no lo es. Es decir, la denominación gitano puede en ocasiones no ser estrictamente étnica, sino socioeconómica: en ocasiones se tiene por gitano a una persona de extracción muy humilde, no habiendo sido sus progenitores tenidos por tales en su día.

Las principales fuentes de información son los testimonios escritos, los análisis lingüísticos y la genética de poblaciones.

El siglo XV puede ser considerado como la edad de oro de los gitanos en Europa. Vagaban de ciudad en ciudad, y aunque es cierto que fueron expulsados con frecuencia, habría que esperar al siglo XVI para que se desatara una ola de persecución solo comparable al antijudaísmo de los europeos. En el siglo XV los estereotipos negativos aún no estaban enraizados, y entre la hostilidad y la fascinación la cultura gitana se dispersó por el continente, mezclándose con las culturas y los idiomas locales. Lentamente se fue convirtiendo en un desafío para los poderes establecidos, para la población sedentaria y para la religión dominante.


Anuncio de una venta de esclavos gitanos en Valaquia el 8 de mayo de 1852: 18 hombres, 10 niños, 7 mujeres y 3 niñas, "in conditie fina" (en buena condición).Cuando tuvo lugar el descubrimiento de América, en 1492, los gitanos ya estaban esparcidos por toda Europa, donde a pesar de una buena acogida inicial comenzaron a ser perseguidos, marginados, expulsados, severamente castigados, esclavizados (como en Rumania, donde la esclavitud gitana no fue abolida hasta 1864) o simplemente exterminados. El desencuentro entre los no gitanos y los gitanos perduraría desde el siglo XVI hasta la actualidad. Así, en España, la pragmática de Medina del Campo de 1499 los obligó a abandonar la vida nómada. En 1500, el mismo año en que entraron en Polonia y Rusia, la Dieta de Augsburgo los expulsó de Alemania. En 1505 Jacobo IV de Escocia les concedió un salvoconducto y saltaron a Dinamarca. Llegaron a Suecia en 1512, y en 1514 a Inglaterra, de donde se los expulsaría, bajo pena de muerte, en 1563. Antes de eso, en España se los conminó en 1539 a la sedentarización bajo pena de seis años de galeras, y en 1540 los obispos de Bélgica ordenaron su expulsión bajo pena de muerte.


El salto de los gitanos hacia América corrió parejo a la propia diáspora de los europeos. Se emprendió entonces una nueva migración. Está plenamente establecido que en 1498, Cristóbal Colón, en su tercer viaje, embarcó a cuatro gitanos que pisaban el nuevo mundo.[18] Se sabe también que Inglaterra y Escocia enviaron remesas de gitanos a sus colonias americanas de Virginia, en el siglo XVII[19] y Luisiana. La práctica de la deportación a América fue seguida ese mismo siglo por Portugal.[20] Según este autor, los gitanos españoles solamente podían viajar a América con permiso expreso del rey. Felipe II decretó en 1570 una prohibición de entrada a los gitanos en América, y ordenó el regreso de los ya enviados. Se conoce el caso de un herrero gitano (Jorge Leal) que consiguió autorización para viajar a Cuba en 1602. Habría que esperar a la pragmática de 1783 para que los gitanos tuviesen permiso de residencia en cualquier parte del reino.

Entre finales del XVII y mediados de siglo XIX se produjo otro movimiento hacia el oeste de una numerosa población gitana, huyendo de la esclavitud o bien aprovechando su abolición en Moldavia y Valaquia en 1860[21] o como consecuencia del recrudecimiento de la persecución en la Europa occidental (especialmente en Francia y Alemania). Los gitanos emigraron a América Latina en un número que sigue siendo un misterio. Según Koen Peeters, la independencia de Serbia en 1878 aceleró esa salida, y las causas que explican el nuevo éxodo masivo pueden ser varias: "En primer lugar, a la presión de asimilación; en segundo lugar, a las nuevas posibilidades en sus actividades laborales; y, en tercer lugar, a motivos comunes a otros emigrantes de Serbia, como pueden ser, por un lado, la idea de que en el Nuevo Mundo tenían muchas posibilidades de conseguir grandes fortunas, las leyes que favorecieron la inmigración o también la aparición de nuevas posibilidades en lo que respecta a medios de transporte".[22] Asimismo en torno a 1860 se registra la salida de gitanos británicos (“romnichels”) y a principios del siglo XX hubo una nueva partida en masa de gitanos valacos.

La oleada migratoria se detuvo con el comienzo de la Primera Guerra Mundial, y no volvió a reiniciarse hasta 1989, año en que dio comienzo la tercera gran diáspora, todavía en curso.



A partir de finales del siglo XVI se sucederán en toda Europa pragmáticas, leyes y decretos contra el modo de vida de los gitanos. La dinámica de estas disposiciones será contradictoria (se los obliga a sedentarizarse al tiempo que se les impide la entrada en muchas ciudades, se los obliga a asimilarse al tiempo que se los concentra en determinados barrios, se los obliga a trabajar en oficios reconocidos al tiempo que se les impide la entrada en los gremios…). La tenacidad de los gitanos, sus estrategias de ocultamiento, de multiocupacionalidad (como la llama Teresa San Román), de seminomadismo o itinerancia circunscrita, de adaptación a las circunstancias cambiantes de la legislación, la capacidad para cruzar fronteras o para aliarse en ocasiones con la población autóctona realizando trabajos imprescindibles, hacen que los gitanos de toda Europa se resistan a la asimilación y conserven sus propios caracteres culturales más o menos intactos hasta la actualidad.

Ante la ausencia de testimonios escritos propios y lo negativo de los ajenos, resultan valiosas las referencias de un personaje peculiar que se acercó al mundo gitano con interés y curiosidad romántica en la primera mitad del siglo XIX: George Borrow. En sus viajes por buena parte de Europa como predicador protestante tuvo oportunidad de contactar con grupos gitanos cuya lengua aprendió, traduciendo e incluso publicando el Evangelio en caló (entre su producción literaria se encuentra La Biblia en España, libro de viajes estudiado por Manuel Azaña).

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