Es tan grande mi deseo
tan inmensa mi locura
que al admirarte me enloquezco.
Quiero que se pierda mi boca
entre los orificios de tu cuerpo
que mi lengua humedezca
tus senos erectos,
que su cálida humedad
se entremezcle con tus efluvios,
arrodillarme ante ti
entreabierta,
y mientras acaricias mis largos cabellos
apresados entre tus ingles acogedoras
me embriague de ti
hasta saciar mi sed
y tu deseo.
Me gustas
por tu rebeldía
por tu alma guerrillera
por tus inconfesables travesuras
de niña consentida.
Me gustas
por dejar que tu alas
se oxiden de monotonías
por pintar con manchas
inmaculados lienzos
impolutos.
Me gustas
por tu mirada
de mujer lasciva
por tus senos turgentes
y tus ingles
desbocadas.
Me gustas
porque entre tus palabras,
tus pinturas
y tu máscara
se cuelan retazos de tu alma,
de esa alma
que cada día
me enamora.
Tengo frío
mis dedos entumecidos
no alcanzan tu piel
de escarcha y rocío,
mis caricias son témpanos de hielo
donde parpadean
esas gotas heladas
que se pierden
entre las gélidas soledades
de tus sabanas.
Miro tu cuerpo desnudo
ese cuerpo que no será mío,
esos labios que me niegan tus besos
esos senos que no amamantaran mis desvelos,
esos glúteos, macizos que anhelo
y esas manos
que se niegan a acunarme
en tu regazo.
Sí tengo frío
un frío intenso
que llena mi cuerpo
de vacíos.
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