martes, 4 de mayo de 2010

Teatro Precolonial en México

Es difícil pensar, al igual que como sucede con la música o la literatura, que el teatro haya sido una práctica disciplinada en años anteriores a las primeras civilizaciones mesoamericanas en nuestro país, tal como lo fue la de los Olmecas. Mucho de lo que se cree sucedía en lo que a esta rama del arte se refiere eran ceremonias religiosas o con algún motivo especial, pero muy probablemente se enfocarían más a presentar música y danza, más que teatro.

Cuando las primeras civilizaciones comienzan a surgir en nuestro país, el teatro tomó un poco más de forma, ahora probablemente se le daba un lugar especial en dónde llevarse acabo, pero de igual manera seguirían teniendo algún fin religioso, lejos de ser simplemente una actividad de entretenimiento. Cuando estas “obras” tomaban lugar, más que nada se trataba de texto leído entre dos o más personas, representando algunos a dioses y otros a hombres.

Se cuenta con un texto dramático Maya llamado “Rabinal Achí”, que plantea la pelea entre dos guerreros divinos. Se requería música, vestuario especial y una forma primitiva de actuación para llevarse a cabo.


Teatro: Forma Evangelizadora

Al igual que con las demás formas de arte ya mencionadas, el teatro fue, quizá con mayor importancia que las otras, una fuerte herramienta de la que se valieron los españoles para evangelizar a los indígenas en nuestro país. Mediante obras de teatro sencillas presentaban la vida de Jesucristo, su Pasión y su Muerte. Muchas de las lecturas halladas en el Nuevo Testamento fueron representadas en mayor o menor medida para su simple comprensión. Las conocidas “pastorelas” hoy en día son fruto de aquellas épocas remotas, en donde se utilizaban vestimentas muy sencillas pero adecuadas, músicalización también bastante simplificada, cantos, bailes y actuación alegre. Un siglo duró esta práctica meramente evangelizadora.


Teatro mexicano en el Siglo XVII

Sor Juana Inés de la Cruz es considerada una de las primeras defensoras de los derechos de la mujer en nuestro país. Cuando sus escritos alguna vez dejaron de ser de carácter religioso, recibió una llamada de atención por parte del Obispo bajo el cual ella era subordinada. Ella contestó aquello diciendo que lo seguiría haciendo dado que tenía derecho a hacer lo mismo que los religiosos varones hacían en esa misma época. Era una figura ejemplar en genialidad, no solo era escritora, sino que también tocaba varios instrumentos. Por otro lado, aunque su principal campo temático fue la poesía, escribió algunas comedias y autos sacramentales (especie de obra de teatro con tema puramente religioso). “Los Empeños de una Casa” y “El Cetro de José y el Divino Narciso” son dos de sus obras con tintes teatrales más memorables. También realizó obras dramáticas el escritor Juan Ruiz de Alarcón a finales de este siglo XVII.


Siglos XVIII y XIX

El teatro en México se vio gravemente aturdido por todo lo que la Independencia implicó. El descontento generalizado de todo el país pondría las ideas y la creatividad en otro sitio, y los lugares para llevar a cabo teatro no eran abundantes. El país cayó en un bache cultural, pero logró el premio mas anhelado por el ser humano: la libertad.

Cuando todo pasó a un clima de tranquilidad ahora cuando menos respirable, las cosas regresaron a una normalidad relativa, y los escritos empezaron a fluir. Sobresalieron entonces autores románticos como Fernando Calderón y Manuel Eduardo de Gorostiza. Por éstas épocas se creó en México el concepto de “zarzuela”, y muchas obras prosiguieron bajo ese estándar. Se convirtió en una de las formas de teatro más populares de entonces.


Siglo XX

La zarzuela tenía tintes españoles, pero la mayor parte de las veces trataba sobre temas mexicanos. A finales del siglo anterior y a principios de este, se hizo mucho énfasis en que los actores hablaran con acento español, práctica que aún prevalece en nuestros días. José F. Elizondo creó la zarzuela “Chin-Chun-Chan”, en el año de 1904, que se convertiría en la primera obra presentada en México en alcanzar las 1000 representaciones. Dos años antes, en 1902, se había formado la Sociedad de Autores Dramáticos, que tenía como interés principal el documentar obras de autores mexicanos. Fue en estos tiempos, a la par de la Revolución Mexicana, que el teatro en nuestro país comenzaba a tomar forma como algo que perseguía las tradiciones y el folklore del país, e intentaba dejar atrás la influencia española. Xavier Villaurrutia y Salvador Novo fueron dos pilares en la construcción de una nueva era en lo que al teatro mexicano de vanguardia se refería.

En 1925 se formó la Unión de Autores Dramáticos, la cual tenía como objetivo dar conferencias, pláticas y en general fomentar la cultura del teatro en México. Manuel Díaz Barroso sería el titular de este organismo. Sacarían al público obras como “Véncete a Ti Mismo”, y posteriormente, Díaz Barroso y 6 de sus colaboradores terminarían llamándose “El Grupo de los Siete Autores”. Existían otros grupos de esta índole, tales como “Escolares de Teatro”, “Teatro de Ulises” y “Teatro de Orientación”. Se tuvieron incluso publicaciones como “Contemporáneos”, la cual consistía de algo parecido a una revista que abarcaba muchos temas relacionados con el teatro mexicano, primordialmente el trabajo que se estaba llevando a cabo, y los avances que se habían logrado en separarse de lo español. El ya mencionado Xavier Villaurrutia y Celestino Gorostiza eran los encargados de su edición. Cabe destacar que estos grupos teatrales mexicanos fueron de los primeros en contratar a sus actores y realizar todo el espectáculo sin fines comerciales, únicamente para contar con lo necesario para sustentarse pero haciendo énfasis total en destacar el arte como tal.

Para 1950, el teatro universitario se convirtió en una realidad, gracias a nombres como Villaurrutia, Novo, Usigli y Gorostiza. Obras como “Corona de Sombra”, “Medio Tono” y “El Gesticulador” darían el empuje necesario en todos los niveles para que la carrera de Literatura Dramática y Teatro fuera creada en la facultad de Filosofía y Letras en la Universidad Nacional Autónoma de México. El realismo se había apoderado entonces tanto de escritores como de directores y actores, la mayoría de las obras que entonces se pusieron en escena bajaban a un plano de realidad cada vez más intenso. Emilio Carballido en la década de los 80’s, con la obra “Rosa de Dos Aromas”, sería un grandioso ejemplo de un teatro lleno de talento, experiencia y arte, estando en escena por más de 5 años y alcanzando más de 2500 representaciones. Otros nombres importantes de esta época son: Luisa Josefina Hernández, Héctor Mendoza, Sergio Magaña, Luis de Tavira, Julio Castillo, Juan José Gurrola, Luis Basurto, Héctor Azar y Vicente Leñero.

Cabe destacar la importancia que tienen dos festivales de renombre internacional en nuestro país en donde el teatro es pieza fundamental: el Festival de la Ciudad de México, y el Festival Cervantino de la ciudad de Guanajuato. Actualmente el teatro es presentado en niveles semi-profesionales por muchas universidades del país, siendo una de las completas el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), que cuenta con centros de Difusión Cultural en muchos de los Campus en diferentes ciudades de México.

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