sábado, 8 de mayo de 2010

LA TROVA

La Trova es una de las facetas más interesantes de la cultura musical cubana. En su contexto creativo surgieron unos y se desarrollaron otros de los géneros de la cancionística popular más desarrollada. Principalmente la guitarra y también otros cordófonos son el ámbito instrumental en que la voz, el canto, la poesía, encuentran sustentos y entornos tímbricos y armónicos.

La trova cubana surge como creación autoral en la segunda mitad del siglo XIX y se adentra de manera profunda en el XX. Desde sus inicios fue expresión de confluencias de las músicas que sonaban en los cantos populares anónimos, con expresiones de la música profesional que tuvieron su origen en el teatro musical, incluyendo el operístico. Resaltan nombres entre otros muchos como los de José (Pepe) Sánchez, Sindo Garay, Alberto Villalón, Rosendo Ruiz Suárez, Patricio Ballagas, Manuel Corona, creadores de boleros, canciones, guarachas, habaneras... conformadoras de la bien llamada Trova Tradicional. Con ella se fijó en la cultura popular de Cuba la imagen nunca ausente hasta nuestros días del cantautor "trashumante" y bohemio, cronista reflexivo de asuntos humanos y del amor en todos sus matices.

En el siglo XX se desatan con mayor fuerza el sincretismo y paralelamente la proyección creativa autóctona trovadoresca, no sólo con sus valores con el son, expresados en primer lugar en la obra de Miguel Matamoros y su emblemático trío. Dúos como los de María Teresa Vera y Rafael Zequeira, el también famoso de Los Compadres con Lorenzo Hierrezuelo (Compay Primo) y Francisco Repilado (Compay Segundo), sextetos, septetos, conjuntos, bandas cubanas y otros formatos. Más adelante otros cantautores establecerían un nuevo estilo basado en una poética coloquial e intimista y en soluciones armónicas cercanas al blues y el impresionismo. Esta corriente, gran enriquecedora del bolero y llamada filin, ha tenido voces de la talla de César Portillo de la Luz, Marta Valdés, José Antonio Méndez y Frank Domínguez, entre otros grandes exponentes. Este estilo dio paso a las primeras canciones de Pablo Milanés, quien dotado de una bella y bien conducida voz, reverdece en sus obras la potencialidad lírica de la cancionística cubana. Paralelamente, Silvio Rodríguez irrumpe directamente en la nueva estilística trovadoresca, incorporando nuevos signos y mensajes, tenidos hasta entonces como propios del discurso prosístico. Ambos son iniciadores y a la vez consagradores de lo que posteriormente se denominó La Nueva Trova.

Esta generación cuenta con numerosos e interesantes cultores, entre los que se destacan Noel Nicola, Sara González, Pedro Luis Ferrer, Vicente Feliú, Augusto Blanca, Martín Rojas, Amaury Pérez, Eduardo Ramos y Lázaro García, quienes prodigan variantes clásicas y recursos novedosos en concepción e interpretación. En los años posteriores puede hablarse de las últimas hornadas de trovadores, que en la capital han sido identificados como "la novísima trova", "los topos" y otras denominaciones hasta nuestros días.

De la Trova han sido tributarios y beneficiarios músicos cubanos de disímiles generaciones, tan diversos en expresión como Benny Moré, Bola de Nieve, Frank Fernández, Juan Formell y Leo Brouwer.

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